De los Altos Hornos de Vizkaia a los Altos Hornos del Mediterráneo: Una Transformación Industrial en Sagunto
En la playa de Sagunto, una ciudad costera en la provincia de Valencia, España, se encuentra un testimonio de la evolución industrial que marcó profundamente la región a principios del siglo XX: los Altos Hornos del Mediterráneo. Antes de ser conocidos bajo este nombre, estos complejos industriales eran famosos como los Altos Hornos de Vizcaya, un símbolo de la producción siderúrgica en España. Este artículo explora la historia de los Altos Hornos de Vizcaya y su transición a los Altos Hornos del Mediterráneo, destacando su impacto en la región y en la historia de la industria española.
Los Orígenes de los Altos Hornos de Vizcaya
A principios del siglo XX, la industria siderúrgica se convirtió en un motor económico clave para España. Fundada en 1902, estuvo ubicada en Baracaldo y Sestao. Las empresas que la crearon fueron Altos Hornos de Bilbao, , en el País Vasco. Estos altos hornos se dedicaron principalmente a la producción de hierro y acero, contribuyendo significativamente al desarrollo industrial de la región.
Fábrica Altos Hornos San Francisco, Sestao, en 1887. Denominada San Francisco del Desierto hasta 1886 y conocida popularmente como «La Mudela». Adquirida décadas más tarde por Altos Hornos de Vizcaya.
Altos hornos de Vizcaya en Sagunto
Ya desde 1917 en la zona de Sagunto se había venido levantando un complejo siderúrgico-industrial por parte de la sociedad Altos Hornos de Vizcaya (AHV). Durante los años cuarenta y cincuenta este complejo se abastecía del hierro que la Compañía Minera de Sierra Menera (CMSM) extraía de las minas de Ojos Negros y que llegaba al puerto de Sagunto a través del ferrocarril minero de Ojos Negros, a actual VIA VERDE OJOS NEGROS.
Cambio de nombre: Nacimiento de los Altos Hornos del Mediterráneo
La crisis económica de 1973 produjo en 1975 una crisis en la siderurgia que afectó a la empresa, que sufrió pérdidas crecientes y hubo de reestructurarse y así nació Altor Hornos del Mediterráneo. Ya en 1974 había signos pesimistas: el crecimiento interanual del consumo interno de acero había caído un 7,3% y a ese dato había que añadir unas existencias de producto crecientes. En 1976 se incorporó una planta de laminación en frío.